Nicolás Galván: un deportista sin barreras
Con solo 11 años, es el atleta cordobés más joven en formar parte de la delegación que participó de los Juegos Nacionales Evita, y como quizás nunca imaginó, volvió con dos medallas en mano
- Es el más chico de la delegación de deportistas que participó de los Juegos Nacionales Evita.
- Con solo 11 años, compitió en atletismo adaptado y sueña con seguir haciendo deporte.
“Soñar no cuesta nada”, frases hechas si las hay. Fue el nombre de una novela, de una película y hasta de canciones, y sin dudas ya forma parte del repertorio de frases populares. Sin embargo, Nicolás Galván la llevó a otra dimensión.
Con solo 11 años, es el atleta cordobés más joven en formar parte de la delegación que participó de los Juegos Nacionales Evita, y como quizás nunca imaginó, volvió con dos medallas en mano.
Nicolás es de Unquillo, y desde pequeño se sintió atraído por los deportes. Nació con una malformación congénita de miembros inferiores, por lo que su movilidad diaria depende de una silla de ruedas. Sin embargo, esta situación no fue un impedimento para acercarse a la actividad física: probó el fútbol con la ayuda de docentes que lo integraron, aunque en el atletismo hizo su debut.
Nicolás llegó al Polo Deportivo Kempes gracias a su familia que lo llevó a participar de la Vuelta Ciclística de Córdoba, y allí fue invitado por la Agencia Córdoba Deportes para probarse en alguna de las tantas actividades que forman parte del programa “Córdoba Te Incluye”. A partir de ese momento, su vida cambió.
Alejandro Galván, papá de Nicolás, comentó: “La verdad es que estoy muy contento con todas las personas que trabajan en la Agencia Córdoba Deportes. Nico conoció a otras personas con su misma discapacidad y se ha hecho de muchos amigos. Eso es lo lindo, que puede compartir momentos con otras personas de otras provincias y para nosotros eso es una experiencia muy grande”, y agregó: “Me emociona mucho, porque nunca pensé que hoy estuviéramos acá y por eso estoy muy agradecido”.
Cuando llegó al Kempes, los profesores lo hicieron probar todos los deportes, recuerda su papá emocionado. Le gusta el atletismo, la esgrima y la natación, por lo que Alejandro no descarta que también incursione en esta práctica.
En su pueblo, Nico tiene a su familia que es incondicional. Nunca falta un paseo en bicicleta junto a su abuelo, o el juego con amigos para disfrutar del aire libre. Con esa energía de la niñez y sus ganas de jugar, el domingo 23 de octubre se sumó a las 900 personas que viajaron a los Juegos Evita, con la ilusión de divertirse y aprender.
Luego de su debut, Nicolás participó de una capacitación en las instalaciones de la pista de atletismo del EMDER de Mar del Plata. A la salida, recordó cómo fue que se enteró que iba a integrar el equipo cordobés: “Estoy pasándola bien y estoy haciendo amigos. Mi papá me preguntó si yo quería venir a Mar del Plata, y yo le dije: ¡Más vale!”.
En el hotel y en cada lugar de juego que visitó, dejó su impronta: siempre sonriente y atento a cualquier tipo de interacción. “Tengo ganas de volver”, fue la respuesta de Nicolás cuando le preguntaron cómo estaba pasando sus días en Mar del Plata.
Nico volvió a Córdoba con dos medallas, una de oro y otra de bronce. Seguramente al regresar a su hogar, le cuente a su mamá y a sus hermanos un pedacito de ese sueño que comenzó en Unquillo jugando con amigos y se transformó en una realidad al lado del mar.